Un buen maestro
Francisco Flores Mancebo
Arroyo de la Luz (Cáceres)
Los centros educativos, de primaria y secundaria, no están pasando su
mejor momento, los recortes, el aumento de horas, el descenso de
alumnos, las nuevas materias, los distintos horarios que aumentan, que
disminuyen según decretos y gobiernos, generan inestabilidad en los
puestos de trabajo, y dependiendo qué materia impartas, más o menos
inquietud o sufrimiento. Intentaré describir la situación de un
compañero cualquiera, un buen compañero. Llega un poco antes de que
empiecen las clases, le gusta ordenar su material y que el primer alumno
que entre en el aula le vea ya sentado en su asiento, sigue su
programación a rajatabla, contenidos, objetivos, metodología,
actividades fuera del centro. Además, realiza actividades dentro y fuera
de su horario de docencia directa con los alumnos, como preparar obras
de teatro, talleres dramáticos, etcétera, todo con permiso de la
dirección del centro. Tampoco es que acabe ahí su compromiso, participa
en las excursiones, cuando sus compañeros no pueden o quieren ir, en el
día del centro, siempre ayuda, y prepara actividades, compone las orlas
de todo el colegio cada año, lleva la web del colegio, el facebook e
incluso el canal youtube del colegio. Eso con sus alumnos, con sus
compañeros siempre está dispuesto a ayudar, desde hablar con padres de
alumnos porque tiene problemas en otras materias, hasta echarles una
mano con las nuevas tecnologías, pizarras digitales, creación de blogs,
etcétera.
Digamos que además de un buen compañero, es un gran profesional,
comprometido con las familias, con sus alumnos y con el centro. La
cuestión es que su materia es de esas que van perdiendo peso ley tras
ley, decreto tras decreto, y claro, después de veinte años trabajando y
dando todo de sí, le duele ver cómo su especialidad se relega a la
última expresión y teme salga de currículo y por ende del sistema. Se
pregunta con resignación dónde están sus derechos como cualquier
trabajador o empleado, quién defiende su estabilidad laboral, por qué no
se negocia su salida laboral cómo cualquier trabajador de otro ámbito,
público o privado, por qué nadie quiere reconocerle derechos básicos y
se les obvia. Sí, me temo que la Religión irá disminuyendo en los
colegios, no cabe duda (según vamos viendo). Descargar los complejos y
posicionamientos viscerales sobre la Iglesia o la materia, en unos
trabajadores, negándoles la negociación o una salida consensuada a todo
un colectivo, no es ni de educación ni de ciudadanía.
Publicado en el Periódico Extremadura.
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/cartas-director_939698.html
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